La laca es uno de los materiales que ha estado presente en la historia de los acabados de distintos tipos de mobiliario. Su origen puede rastrearse hasta la lejana China y el Japón Imperial. De ahí emigró a Europa y, como buen inmigrante, no detuvo su camino hasta extenderse por todos los confines del mundo.
Básicamente lo que la laca logra son superficies extraordinariamente lisas, resistentes y lustrosas. Desde hace un par de años, las tendencias en decoración de interiores han apostado por muebles recubiertos de este material. Los muebles lacados aportan mucha luz a los ambientes.
Uno de nuestros colores favoritos en este material es el blanco. Limpieza, luminosidad y elegancia son algunas de las sensaciones y efectos que se pueden lograr con este color. Esto es perfecto para ambientes íntimos y con aires minimalistas.
Una de las grandes bondades del color blanco es que combina y se lleva muy bien con casi todos los colores. Un mueble de color blanco se convierte en un lienzo sobre el que se puede pintar con los accesorios complementarios: cortinas, alfombras, cojines, jarrones, etc.
Un comentario que escuchamos a menudo es que el blanco es un color muy delicado y que se ensucia con facilidad. Pues eso es cierto. Pero no cuando se trata de muebles lacados. Al ser una superficie muy lisa, casi sin poros y muy lustrosa, pues el mantenimiento es cosa de niños. La laca no absorbe tan fácilmente los líquidos que se puedan derramar y basta un paño húmedo para quitar la suciedad que se pueda acumular en la superficie. Los muebles lacados son muy resistentes y suelen mantenerse perfectos durante muchos años.
Atrévete a innovar tu comedor. Escoge una mesa en laca blanca, úsalo como un lienzo y el punto de partida para lograr un ambiente muy moderno. De qué colores quieres rodearte ya dependerá de tu creatividad, tu personalidad y tu estado de ánimo.